EPICONDILITIS II: PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO

En el artículo anterior pudimos conocer qué es una epicondilitis, cómo se comporta en relación al pádel y qué causas lo produce.

En resumen, lo que tiene que quedar claro es que, salvo trauma previo sobre la zona, se trata de una lesión que tiene que ver con pequeños microtraumatismos producidos por la repetición de movimientos relacionados con el gesto deportivo, y que incluso tomando todas las precauciones posibles y teniendo una técnica perfecta, el hecho de repetir los mismos movimientos puede ocasionar molestias que siempre hay que vigilar.

Prevención

Primero echemos un vistazo a nuestro equipamiento, ya que no sólo se trata de coger una pala de pádel cualquiera, un compañero de juego y una pista para jugar. La pala debe ser la adecuada a nuestro nivel técnico y a nuestra complexión física, y no sólo eso, debemos hacerla nuestra y sentirla como una prolongación de nuestro brazo. Una pala más o menos pesada de lo debido disminuirá nuestro rendimiento y puede originarnos lesiones. Siempre es bueno pedir consejo a algún experto que nos pueda orientar.

Normalmente, cuando empezamos a jugar al pádel, lo hacemos por nuestra cuenta hasta que poco a poco se va convirtiendo en una “adicción” (siempre positiva). Lo lógico es que todos podamos cometer más o menos fallos técnicos y si nadie nos corrige podemos automatizar ciertos movimientos que a medio o largo plazo puedan lesionarnos. Por eso, llegado el momento, deberíamos tomar algunas clases con técnicos especializados para saber si lo estamos haciendo bien, mejorar nuestra técnica y, por qué no, también ganar en destreza.

Un error inicial muy común y que puede ocasionar diferentes lesiones como epicondilitis o epitrocleitis es coger la pala con excesiva fuerza debido a la tensión, los nervios, la imprecisión de la técnica, etc. Una fuerza prensil excesiva aumentará el tono muscular de la musculatura flexora y también de la extensora, lo que a la larga podría poner en marcha la fisiopatología de las lesiones descritas. El uso del grip de la empuñadura es muy importante en relación a la presión que podemos hacer, ya que un buen ajuste de la palma de la mano con la pala es fundamental en la “relación” que tendremos con ella durante su manejo. Igual que en la técnica, un experto nos podrá orientar tanto en grosor como en la colocación del grip.

Tratamiento preventivo

Ya tenemos contralado todo lo relacionado con el equipamiento y también comenzamos con algunas clases para mejorar nuestra técnica y corregir los posibles errores, de manera que en teoría todo lo hacemos bien y no hay motivos para sufrir una epicondilitis. Sea esto cierto o no, es muy normal que el ritmo de entrenamientos, partidos, los cambios en las condiciones de la pista, bola, etc, nos pueden originar sobrecargas y molestias que a medio plazo ocasionen ésta u otra lesión.

Como una rutina más dentro de nuestra preparación (técnica, entrenos, nutrición…) deberíamos incorporar un control fisioterápico para advertir a tiempo esas sensaciones que puedan ir apareciendo y así evitar que vayan a más. Eso, junto con una rutina de ejercicios y estiramientos será suficiente para tener nuestro antebrazo en forma.

Veamos unos ejemplos:

Trabajo muscular para los músculos epicondíleos o extensores de la muñeca con cintas elásticas de resistencia progresiva o con mancuerna. Con una resistencia que podamos controlar y apoyando el antebrazo completamente, colocamos la mano con la palma hacia abajo y abrazamos la cinta o mancuerna cerrando el puño. El movimiento se realiza de abajo a arriba contrarresistencia.

También se puede trabajar la musculatura epitroclear o flexora de la muñeca de la misma manera pero con la palma de la mano hacia arriba, sin embargo, normalmente existe una descompensación fisiológica entre la fuerza basal de la musculatura flexora y la extensora, siendo la primera más fuerte. Antes de trabajar esta musculatura sería recomendable consultar con tu fisioterapeuta.

Estos ejercicios de potenciación muscular sólo deben hacerse como trabajo preventivo para tonificarlos, pero nunca cuando hay molestias o dolor si el fisioterapeuta no lo ha pautado previamente.

Autoestiramiento de musculatura epicondílea o extensora de la muñeca. Estiramiento mantenido durante al menos 20 segundos sintiendo tensión pero nunca dolor y sin hacer rebotes.

Autoestiramiento de musculatura epitroclear o flexora de la muñeca. Estiramiento mantenido durante al menos 20 segundos sintiendo tensión pero nunca dolor y sin hacer rebotes.

Tratamiento

Hemos tomado previamente todas las medidas descritas y además estamos haciendo un tratamiento preventivo, pero aún así comenzamos a sufrir los síntomas descritos en el artículo anterior. Es el momento de consultar con un fisioterapeuta para que haga una exploración, una valoración, planifique un tratamiento y lo ponga en marcha. Cuidado con los llamados “pseduoprofesionales”, y recuerda que el fisioterapeuta es un profesional sanitario y como tal está legalmente capacitado para tratar estas dolencias.

El tratamiento se planificará en función de la fase en la que se encuentre la lesión. Si sólo se trata de una fase temprana que cursa con sobrecarga muscular y ligeras molestias, unas sesiones de masaje, estiramientos y termoterapia serían suficientes.

En el caso de una fase más aguda el tratamiento será más especializado: dirigido a aliviar el dolor y reducir la inflamación (en este caso se puede consultar con el médico para apoyar el tratamiento con antiinflamatorios). El fisioterapeuta utilizará diversas técnicas manuales, así como electroterapia, e irá adaptando el tratamiento en función de la evolución del paciente.

Actualmente está muy de moda utilizar técnicas de vendaje neuromuscular o kinesiotaping, que son esas tiras adhesivas de diversos colores que llevan muchos deportistas famosos y que, aunque muy eficaces en estos casos según la fase evolutiva de la sesión, no se colocan como un esparadrapo normal y corriente, ya que no son simplemente unas tiras que se ponen sobre la piel. La compleja técnica de trabajo basada en estos vendajes tiene su origen en Japón, y es necesario conocer cómo funciona y cómo debe colocarse.

Que nosotros mismos coloquemos tal cual una tira no sirve absolutamente para nada, e incluso podríamos llegar a agravar la lesión. Será el fisioterapeuta el que colocará el vendaje en función su conocimiento sobre la lesión y sobre la técnica.

Existe una fase crónica que se alcanza si el diagnóstico es muy tardío o el tratamiento inadecuado: epicondilosis. Este tipo de lesión es una evolución de la fase aguda que cursa con trastornos degenerativos del tendón y que presenta una problemática mayor. Además del trabajo de fisioterapia será necesario consultar con un traumatólogo para que valorar el alcance de la patología.

Ya sabemos qué es una epicondilitis y cómo actuar tanto para prevenirlo como para tratarlo en el caso de que se presente. Ahora sólo es necesario concienciarse de que un simple problema puede convertirse en una lesión que no nos permita disfrutar de nuestro deporte, ni desarrollar correctamente la funcionalidad del brazo en nuestra vida diaria.

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